Hoy compartimos con vosotros este artículo de Irene Álvarez, de la página Coaching para tu vida, donde nos explica 5 diferencias entre castigo y consecuencia. Si queréis conocer mejor a Irene os animamos a visitar su página, en la que da soluciones para una crianza feliz, cosa que os recomendamos, pues a nosotras nos encanta.
5 diferencias entre castigo y consecuencia
Sobre los castigos está casi todo dicho.
La palabra castigo suena a viejo, rancio y feo y ahora, los nuevo es
llamarlos consecuencias pedagógicas o castigos educativos o cualquier
otro eufemismo del estilo, pero ¿qué es una consecuencia y qué un
castigo?
1. Cuestión de significado
Un castigo es (según la RAE) un escarmiento, una pena, que se impone por una falta cometida.
Una consecuencia es un hecho que resulta de otro.
De forma que llamar consecuencia pedagógica a la silla de pensar por
ejemplo, es como mínimo una falta de conocimiento y a mi entender una
mentira.
La silla de pensar, dejar sin móvil, sin tele o sin salir no creo que sean consecuencias de casi ningún acto. Son castigos.
Una consecuencia es mojarte si sales sin paraguas y llueve, tener que
recoger y limpiar el agua derramada y los cristales de un vaso que se
rompe, no poder ponerte tu camiseta favorita porque está manchada y no
la echaste a la lavadora… eso son consecuencias derivadas de nuestros
actos y son las que educan realmente para nuestra vida.
¿Quién no ha aprendido a lavar la ropa de un color junta porque tiñó de
rosa una camiseta blanca? ¿Quién no ha aprendido a tener cuidado con el
horno porque se quemó? Y así con muchos aprendizajes significativos que
han ocurrido en nuestra vida.
2. La consecuencia es neutra, el castigo busca dañar
Admitámoslo, cuando nos sale el castigo
de dentro la ira está al mando. No buscamos educar, razonar, entender…
buscamos dar un escarmiento y que el niño aprenda “por las malas”. Por
mucho que no queramos admitirlo, cuando surge el castigo en nuestra
mente nos invade un sentimiento de frustración, enfado y ganas de hacer
pagar al otro por lo que ha hecho. Esto viene de nuestra infancia, de
cuando éramos nosotros los que recibíamos el castigo, de no saber
gestionar la frustración que sentíamos y sentimos, y que nos provoca
impotencia ante lo que vemos.
La consecuencia no está revestida de ira porque no busca dar un
escarmiento. Es lo que sucede inmediatamente después del acto. Si lo
vemos con actos adultos resulta más fácil. Imagina que por accidente has
roto la televisión. No creo que para escarmentar te digas a ti mismo
“vale, ahora me quedo una semana sin postre a ver si así aprendo y
encima tengo que pagar el arreglo de la tele.” Suena estúpido ¿verdad?
La consecuencia directa y lógica es que si hemos roto la televisión
tenemos que arreglarla. Eso conlleva que no podemos verla durante el
tiempo que está rota, que tenemos que gastar dinero en arreglarla y eso
tal vez nos suponga que no podamos comprar otras cosas que teníamos
pensadas… y todo ello son consecuencias del mismo acto: se ha roto la
televisión.
3. La consecuencia es aprendizaje en sí misma
El castigo, para que sea efectivo, debe
ser perdurable en el tiempo y debe repetirse siempre el mismo y no
levantarse, ¿por qué? Porque no es significativo de aprendizaje.
Si dejamos a un niño sin postre durante una semana porque se ha portado
mal y un día viene una visita y levantamos el castigo, el niño aprenderá
que el castigo puede ser levantado o no según convenga y no será
efectivo.
Si un niño no quiere cenar y se va a la cama sin cenar porque no tiene
más hambre, la consecuencia directa puede ser que al día siguiente tenga
hambre y haya experimentado esa sensación, de modo que la próxima vez,
quizá podamos recordarle lo que sintió al tener hambre y así recuerde
que debe cenar. No tenemos que dejarlo sin cenar a posta ni nada por el
estilo porque no es necesario.
4. El castigo no es natural
Las consecuencias forman parte de nuestra vida y nos enseñan por ellas
mismas. Los castigos son impuestos por alguien externo que busca
educarnos porque sabe más, porque se erige sabedor de la verdad.
Y eso deja al niño sin la posibilidad de elaborar su propio pensamiento a
cerca de lo que está bien o mal, de lo que se debe hacer o no.
Cuando un niño rompe algo de manera accidental, si no ha habido castigo
previo, vendrá y nos lo mostrará para que veamos lo que ha pasado y ante
un hecho que no conoce, vea cómo actuamos. Si en ese momento castigamos
aprenderá que la próxima vez, mejor ocultar el hecho. Si aplicamos
consecuencia y diálogo aprenderá que ante un problema o situación
inesperada se busca una solución y posteriormente se puede además
reparar el daño moral si lo hubiera. No ocultará lo que ha pasado porque
no habrá miedo a represalias.
5. El castigo educa desde el miedo, la consecuencia desde la reflexión
El castigo busca erradicar el
comportamiento quitando privilegios. Eso nos lleva a la conducta de
evitación, que nos lleva a mentir, ocultar, disimular y echar balones
fuera, justificaciones… por el miedo al castigo.
La consecuencia busca educar en responsabilidad de nuestros actos. Busca
que aprendamos a vivir en sociedad respetando el espacio y posesiones
de los otros. No hay miedo porque tras el echo hay diálogo y resolución
de situaciones, nada que nos deba preocupar. Nada que haga que el niño
quiera huir de lo que vendrá después.
Estas son solo 5 diferencias,
aunque seguro que hay más. Para acabar, una pista sobre si es
consecuencia o castigo, lo que vas a hacer, ¿se lo harías a tu pareja?
¿Lo haces desde el enfado? ¿Quieres demostrar superioridad? ¿Lo haces
desde el amor? Si contestas a estas preguntas podrás ver si es castigo o
consecuencia.
Irene Álvarez